Virgen del Río Blanco

La devoción a la Virgen del Rosario perdura al paso de los años, aumentando cada vez mas el número de aquellos que en el día a ella consagrado le prestan toda suerte de homenajes. Uno de ellos, tal vez el más bello, es el de la procesión que se realiza el día 31 de Octubre. En ese día la imagen es retirada de su precioso altar situado, en forma de capilla lateral, junto a la nave principal de la Iglesia Catedral de Jujuy, siendo llevada hasta el Santuario del Río Blanco, local en que se encuentra su antigua morada.
Millares de fieles, llegados de todas partes, la acompañan en esa peregrinación religiosa. Caminan kilómetros, muchos descalzos, como manda la tradición. Muy temprano sale la procesión de la Catedral, con las sombras de la noche envolviendo aún a los devotos que iluminan el camino con sus velas, ofreciendo mayor belleza a este espectáculo de fe cristiana. Por el camino van surgiendo “misachicos” que van aumentando el número de acompañantes. Conducen otras imágenes, cubiertas de flores, entonando himnos de alabanza a la Virgen. En general van acompañados por sus propios músicos, que visten ropas de colores chillones y usan instrumentos típicos como las flautas de caña, los “pinkullos” y las “anatas”. De cuando en cuando un “erke”, soplado con fuerza, lanza su sonido grave sobre las voces de los innumerables cantores, y el sonido de los bombos y cajas retumba en la madrugada que se va.
Las luces del día encuentran la procesión a en las proximidades del pequeño Santuario del Río Blanco, término de la caminata. La Virgen es recibida con grandes manifestaciones de alegría traducida en fuegos artificiales y salvas dadas por los que esperaban en aquel hermoso valle. De la quebrada de Humahuaca bajan miles de peregrinos que vienen a rendir su homenaje a la Virgen Salvadora.