Con el inicio de febrero, el aroma a albahaca se extiende por todo Jujuy, tanto en los pueblos de la Quebrada de Humahuaca, como de la Puna y los valles, porque anuncia la llegada del carnaval. Desde febrero, todos se preparan para la gran fiesta y algunos afinan sus instrumentos típicos, como cajas, quenas, charangos, sikuris y anatas, y otros se hacen cargo de las comidas y bebidas. Todo es entusiasmo y a muchos se escucha tararear el típico estribillo "llegando está el carnaval..." El calendario oficial fijó como 2 dias feriados para la celebración , pero el jolgorio jujeño empezará el con el Jueves de Compadres. Ese día, los hombres de cada pueblo se reunirán en casas de familias, sedes de comparsas tradicionalistas u otros locales, sin la presencia de mujeres, beberán y comerán en abundancia, cantarán y contarán historias y bromas. Una semana después, en el Jueves de Comadres, serán las mujeres quienes, sin hombres presentes, se encontrarán para hablar de sus temas y coplear y bailar toda la noche, lo que también acompañarán con comida regional y chicha de maíz. En ambos casos las reuniones se extenderán también a las ciudades, donde hombres o mujeres se reunirán en los puestos que durante todo el año atienden en los mercados, en oficinas gubernamentales o en casas de familia. Es común verlos al amanecer del viernes siguiente, cubiertos de harina, papel picado y serpentinas, algunos embriagados de chicha, con ramos de albahaca en sus manos, el símbolo del carnaval en el noroeste argentino. Las dos ceremonias requieren mucho preparativo, ya que se deben cocinar platos como picantes de pollo y de lengua, asado de cordero y de cabrito, empanadas, tamales, humitas, mote de habas y de maíz, papas hervidas con queso de cabra y postres como quesillo con miel de caña, cayote con nuez y otras confituras. Esta forma de celebrar el carnaval en la Puna, la Quebrada y los valles jujeños es transmitida de generación en generación y está relacionada con el culto a la Pachamama (Madre Tierra), que todo lo da y todo lo produce, genera la vida y recoge los despojos mortales en su seno. Para dar comienzo al carnaval se debe desenterrar el "Pujllay" (Diablo carnavalero), que estará en un mojón junto al río, en los altos o al pie de un cerro. Quien encuentre ese muñeco rojo alegórico del demonio se constituirá en el diablo oficial de la celebración y se disfrazará como tal, adornado además con espejos, lentejuelas y cascabeles. El será quien animará los festejos y armará las parejas en los bailes, donde prevalecerán los típicos carnavalitos, taquiraris, cuecas, zambas y sayas, al estilo boliviano. Durante esos días, todo será alegría en Jujuy, abundarán las comidas y bebidas regionales, con invitaciones gratuitas a vecinos y forasteros, y cualquier patio será bueno para armar un "fortín" con músicos de la zona. Las agrupaciones carnavaleras invitarán comidas y bebidas, vestirán atuendos coloridos y bailarán por las calles, acompañadas por los músicos. Para el cierre del carnaval, en medio de llantos e imploraciones el diablillo será devuelto a la tierra, para lo cual cavarán un hoyo, en el que colocarán ofrendas, como comidas, bebidas, tabaco y hojas de coca, para que el año próximo vuelva a presidir la gran fiesta del carnaval jujeño.